jueves, 2 de abril de 2009

Hace 70 años en el puerto de Alicante

Marga Sanz - Esther López
El 1 de abril de 1939 las libertades democráticas morían con la II República frente a las aguas del Mediterráneo. El final de la Guerra Civil arruinaba las vidas de centenares de miles de españoles que fueron perseguidos, encarcelados y fusilados por la represión franquista. La única salida era el exilio. En Alicante esa esperanza la representaban unos cuantos barcos que debían haber recogido a quienes huían de un destino oscuro y criminal. Sólo el Stanbrook cumplió con su misión, quedando miles de personas en la explanada del puerto abandonadas a su suerte.Setenta años después, desde ese mismo puerto, otros tantos miles de personas, demócratas y republicanos como aquellos que fueron llevados a campos de concentración, hemos denunciado la desmemoria que sigue pesando como una losa sobre algunas de nuestras instituciones democráticas.Estos días en Alicante hemos rememorado y restituido la dignidad de aquellos que sufrieron la toma del puerto por parte de la división fascista, aliada de Franco, que les cercó en el lugar de su última esperanza. Sin embargo, este homenaje no ha venido de la mano de las autoridades, sino que ha sido posible gracias a una asociación no gubernamental: la Comisión Cívica por la Recuperación de la Memoria Histórica de Alicante. Y es que todavía hoy, 70 años después, son las personas, organizadas o individualmente, con su esfuerzo y sacrificio, las que toman las riendas de una labor que debiera realizar la administración pública a través de los cauces que las leyes han marcado.En Alicante, esta comisión formada por asociaciones y organizaciones políticas, como Esquerra Unida y el Partit Comunista del País Valencià, ha tomado las riendas de la responsabilidad civil y ha organizado unas jornadas de memoria con el objetivo de acercar a la ciudadanía la realidad de una historia que le ha sido ocultada. Uno de los espacios recordados fue el Campo de Albatera, campo de concentración franquista por el que pasó la mayoría de aquellos refugiados que en el puerto de Alicante esperaban un exilio forzoso. Bajo sus tierras áridas se esconden cientos de cuerpos cuya memoria y dignidad exigimos sean restituidas a partir de un centro de memoria e investigación en su original ubicación. Es ésta una demanda legítima y lógica que en otras democracias europeas constituiría un hecho indiscutible y que en la nuestra tenemos que seguir explicando y luchando a pesar de los más de 30 años que nos separan del fin del régimen franquista. Estos días, más que nunca, tenemos que elevar la voz por la recuperación de esa memoria histórica que constituye el pilar fundamental sobre el que construir una democracia más participativa y avanzada socialmente. Por eso demandamos la creación de determinados elementos simbólicos que ayuden en el ejercicio de reparación de aquella injusticia histórica, como la erección del monumento en homenaje a las víctimas del puerto de Alicante en el final de la Guerra Civil, el parque memorial en lo que fue el campo de concentración provisional de Los Almendros, y la creación de un centro de memoria e investigación en el Campo de Albatera. Mientras esto no ocurra y las instituciones alicantinas continúen con su inmovilismo, cuando no obstaculización, respecto a la recuperación de la memoria histórica republicana, nosotros seguiremos denunciando las carencias que nos degradan democráticamente con respecto al resto de países europeos. Bajo la lluvia suave, tenue, llorosa, que caía el pasado domingo en el puerto de Alicante, en nuestra memoria la mano del capitán Dickson subía al Stanbrook, uno a uno, a los miles de republicanos que huían de un destino oscuro y cruel. Aquella mano llena de aliento, salvación y esperanza debiera ser hoy la mano de todos los demócratas, incluidas las instituciones públicas que tienen el rotundo deber de recuperar la memoria de aquellos hombres y mujeres que sufrieron por defender la libertad.
*Coordinadora de EUPV.
**Historiadora y candidata de EUPV en las elecciones europeas.